Presentación de Caraval, de Stephanie Garber

Hace un tiempo, recibí un paquete muy especial: la edición no venal del libro Caraval, junto a un cofre, que contenía un reloj, una llave, una tarjeta y una misteriosa invitación. Bueno, en realidad el paquete lo recibió Pedro de El Búho entre libros, pero hábilmente me hice con su contenido (el día señalado él no podía asistir al evento, así que no iba a hacer tan buen uso de los objetos como yo).

El libro me ha durado un suspiro, y lo he disfrutado como una enana. Pero de ello os hablaré el viernes; hoy vengo a introduciros en la magia de Caraval.

El día señalado por la editorial, me presenté en el lugar acordado. Allí, según íbamos pasando, nos daban una tarjeta con un imperdible, "para saber quiénes éramos". No veía muy clara su utilidad, puesto que no estaba puesto el nombre. Más tarde descubriría la misión de dicha tarjeta...

Cuando entramos en el local, nos lo encontramos decorado con libros de Caraval, y con pantallas donde se proyectaban imágenes relacionadas con él. Las responsables del evento nos dieron las gracias por asistir, para la editorial Planeta Caraval es un libro muy especial y querían hacer algo diferente por su publicación.

En la pantalla apareció Stephanie Garber, la autora de Caraval. No había podido viajar a España, pero quería darnos un mensaje: la bienvenida a Caraval, y que nos adentrásemos en el juego que nos tenía preparado. Ahí averigüé el papel que tenía la tarjeta de cada uno: asignarte a un equipo. El mío fue el de las rosas. Y el juego consistía en tres pruebas, cada una de los cuales nos daría un trozo de la pista final. Si acertábamos el acertijo, recibiríamos un premio.

Estuvimos charlando y presentándonos (había bastante gente que no conocía), y luego nos pusimos con la ginkana tan particular que Planeta nos tenía preparada.

La primera prueba era leer un trabalenguas sin equivocarnos, las cinco a la vez. O se nos daban realmente bien los trabalenguas, o tuvimos un gran golpe de suerte, pero lo hicimos a la primera.

La segunda prueba... Ya era más complicada, al menos para nuestro equipo (y para mí en particular, que soy un poco torpe): consistía en hacer malabares con tres pelotas. En el colegio también tuve que hacerlo, y de dos pelotas no pasé. Menos mal que con que lo hiciera bien una del equipo y las demás lo intentáramos te daban la prueba por buena, sino, me veo toda la noche intentando hacer malabares y rompiendo alguna que otra cosa al salir las pelotas lanzadas por todas partes menos al sitio correcto.

La última prueba era un test sobre novelas juveniles. Se nos atascó Seattle en dos respuestas, pero sacamos un notable, el cual nos abrió las puertas al acertijo final. Y mientras hablábamos, nos tomábamos un refresco y nos reíamos, se pasó el tiempo volando. El premio final estaba guardado en un baúl: ejemplares de la novela con rosas blancas esparcidas a su alrededor.

Después, la autora volvió a salir en pantalla, y nos dijo que esperaba que disfrutáramos con la novela. Yo lo he hecho, y muchísimo. El viernes espero transmitiros cuánto y que os pique el gusanillo por saber qué se oculta tras Caraval. De las chicas con las que estuve en mi equipo... no me apunté sus datos (y mira que es algo que siempre suelo preguntar), así que no os puedo decir sus nombres.

Estuvimos un rato más hablando, y después nos fuimos. Bueno, deberíamos habernos ido, pero unas cuantas nos quedamos fuera, con un frío que pelaba, hablando de libros, de youtubers, de películas... Y se nos fue el santo al cielo durante más de una hora.

Creo que Caraval es una de las apuestas fuertes de Planeta, y es una novela bien elegida, porque está muy bien escrita, la protagonista te conquista sin que puedas (ni quieras) evitarlo, y la historia te va intrigando cada vez, hasta estar metido de lleno en Caraval, preguntándote qué es real y qué es sólo parte del juego.