En 2017 llevo dos lecturas de DIEZ, con mayúsculas. Una fue Una habitación propia de Virginia Woolf,
y la otro de la que hoy os vengo a hablar: Nada
de Carmen Laforet. Eso sí, os advierto que no os traigo una reseña al uso. Ni siquiera
es una reseña. Cada vez me gusta menos esa palabra, la veo tan profesional y seria, tan poco yo…
Este año, Carla y yo nos propusimos no leer tantas novedades
y leer juntas esos libros a los que tenemos tantas ganas, pero que, por un
motivo u otro, siguen aguardando en nuestras estanterías. Y claro, los
propósitos y yo no solemos llevarnos muy bien, y las novedades son tan
tentadoras… que en lo que llevamos de año sólo he leído dos de esos libros que sé
que me van a gustar, pero a los que no encuentro el momento perfecto. Pero
cuando leí Nada… me enamoré. La prosa
de Carmen Laforet es tan perfecta, tan evocadoras sus palabras y todo lo que
transmiten… que no sabía cómo plasmar eso en una “reseña”. Simplemente, me
apetecía hablar sobre lo que me había transmitido y lo que para mí ha significado,
y no sobre el libro en sí mismo. Y eso es lo que he hecho.
La nada que todo lo abarca, y te asfixia y te ahoga.
La juventud, llena de sueños, anhelos, esperanzas; con la
inexperiencia que otorga esa temprana edad, y la ingenuidad, inseguridad e
inocencia de la que va acompañada; con todo un futuro por delante, con nuevas
experiencias por vivir y sensaciones por descubrir.
Los secretos que guardamos muy profundamente y que, sin
darnos cuenta, gritamos en silencio, convirtiéndolos en secretos a voces
conocidos por nuestros seres queridos.
La imagen que queremos dar, incapaces de reconocer la que nos
devuelve el espejo. La imagen que realmente damos y que los demás perciben de
nosotros, unas veces mejor que lo que vemos; otras, más dura, cruel, irrisoria.
Preferir vivir bajo la imagen perfecta de la corrección que
dejarnos llevar por nuestros sentimientos y ser felices.
Hambre por la vida, por un futuro mejor, por sentir el cariño
de los demás, por huir del destino sombrío que nos aguarda y que quiere
agarrarnos sin piedad y robar todas nuestras esperanzas. O, simplemente, un
hambre que nos desquicia, que nos come por dentro y que nos hace desesperar por
una comida caliente o un trozo de pan.
Sentirnos normales, poder devolver los favores prestados,
haciendo regalos que no nos podemos permitir; pasando semanas enteras de
privaciones por unos minutos de satisfacción. Fingir para encajar.
No tener nada en la vida, estar vacío, e intentar suplirlo
ejerciendo de titiritero con las vidas de los demás, moviendo sus hilos,
interfiriendo cruelmente, para soportarte y soportar vivir un día más.
Conectar con la música, hacer vibrar a los demás con ella;
tener muchísimo potencial, y desperdiciarlo hasta convertirlo en nada. Sufrir
por lo que podríamos haber sido y que nunca seremos; por todo lo que podríamos
haber hecho, y en la nada a la que ha quedado reducida nuestra vida.
La amistad, exaltada, idolatrada, magnificada, que nos saca
de nuestra monótona rutina y nos da esperanza, alegría, vida. Y que su falta
nos hace caer al vacío, volver a la oscuridad, ser un espectro en vida.
La familia, tan normal y tan rara a la vez; con sus
relaciones tóxicas, cercanas, crueles y compasivas. No admitir que somos un
miembro más, que la locura de la casa también se nos ha contagiado.
Nuestra casa: hogar, opresión, refugio, infierno.
El desasosiego por nuestro presente y, sobre todo, por
nuestro futuro, tan sombrío; Por lo que nos gustaría ser y por lo que realmente
somos; Por el futuro que nos aguarda, tan distinto y tan alejado del que
querríamos. Desasosiego por ver nuestros deseos hechos añicos, nuestros anhelos
destruidos.
Leve esperanza, porque ésta es la última que muere, y siempre
puede surgir una oportunidad, una mano que nos levante y ayude, y alimente esa
esperanza que nos hace salir de la nada y soñar un día más.
PD. Gracias, Carla, por estar siempre ahí. Tan lejos, tan cerca.
Creo que a Laforet le encantaría leer tu no reseña.
ResponderEliminarNada que añadir.
Besos.
PD: Tengo esta novela en mi casa hace mil años, y ayer leí a alguien en Goodreads comentando sobre ella y me entraron unas ganas locas de leerla. Y hoy la traes tú aquí. Igual es una señal...
No la he leído y no me importaría. Un besote
ResponderEliminarComo me alegro! Para mi también ha sido un pleno esta lectura! Surgió durante la lectura de Amapolas en Octubre, salía este título que yo leí en el instituto y que recordaba vagamente y sin ninguna emoción... Y lo saqué de la estantería, a pesar de que tenía otros libros previstos... que acierto, porque lo he disfrutado mucho.
ResponderEliminarUn beso y original y sentida reseña!
Te ha quedado una reseña impresionante Teresa, me has hecho recordar mis sensaciones de cuando leí esta novela. Premio Nada....esto me hace reflexionar y llegar a la conclusión que los premios literarios ya no son lo que eran.
ResponderEliminarUn besazo enorme
He leído "Nada" en dos ocasiones, una con 18 años y otra con 31. Las sensaciones fueron diferentes aunque, en todo caso, la prosa de Laforet es estupenda.
ResponderEliminarEntiendo esta no reseña que has hecho porque, cuando yo escribí la mía, lo que me salía era casi todo sentimiento. ¡Es tan mágico que una novela despierte todo esto!
¡Un abrazo!
No he leído esta novela, pero después de leerte, no sé, creo que me están entrando ganas...
ResponderEliminarBesos
No sabes el tiempo que la tengo esperando...no encuentro el momento porque sé que me va a remover por dentro y tu "reseña" me afianza en mi opinión.
ResponderEliminarUn beso
No sabes el tiempo que la tengo esperando...no encuentro el momento porque sé que me va a remover por dentro y tu "reseña" me afianza en mi opinión.
ResponderEliminarUn beso
Hola! Lo leí como lectura obligatoria en bachillerato y aunque me gustó creo que no supe apreciar la obra maestra que es así que quizá me tendré que plantear releerla de nuevo, que me has hecho venir ganas ;) Un beso!
ResponderEliminarPues pedazo de reseña no al uso, estilo Teresa. Me acabo de quedar con unas ganazas de leerla. Así que convincente has sido, te has vaciado en ella. Felicidades.
ResponderEliminarBesos
Sin palabra, me has dejado sin palabras con tu no reseña. Besos.
ResponderEliminarQue lindas palabras, hacen que sientas curiosidad por el libro
ResponderEliminarUn aplauso para las no reseñas !!
ResponderEliminarEs una lectura fantástica, de las que marcan.
Besos.
Has elegido un gran libro de una gran autora, un veinte en total!!! Muy buena no reseña ¡Y feliz no cumpleaños! Jaja.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha gustado mucho tu no reseña, es fantástica, besotes
ResponderEliminarPrecioso Teresa, cuando lo lea vendré para volver a leerte...porque seguro que me impresiona aún más. Qué bonito es todo lo que nos puede trasmitir una buena historia...espero leerlo pronto que el año pasado me quedé con las ganas.
ResponderEliminarBesitos
Me apunto a muchas "no" reseñas como esta
ResponderEliminarPlas! Plas! Plas! Magnífica no-reseña para una magnífica lectura!
ResponderEliminarBesos
La leí hace mucho y me gustaría volver a leerla algún día.
ResponderEliminarUn beso ;)
Justo lo terminé anoche, me he quedado alucinada con tu reseña! Es preciosa! Me encantó la novela ese cariño con el que la autora habla de Barcelona, como nos hace sentir el hambre con pequeñas pinceladas como quien no quiere la cosa, de Nada encantó todo. Besos
ResponderEliminarLo leyó mi madre y me lo reomendó
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