Todo lo mejor de César Pérez Gellida

Título: Todo lo mejor
Autor: César Pérez Gellida

Suma de letras, 2018

512 páginas

Precio: 18,90 euros
eBook: 8,54 €






Conocí a César Pérez Gellida gracias a la colección de novelas negras que sacó El País, que publicó Memento mori; no pude resistirme a comprarlo y, desde entonces, he leído todo lo que ha publicado. Y con Todo lo mejor, me ha enganchado, sus personajes me han conquistado, las dos tramas de la novela me han gustado un montón y me ha sorprendido con el final.


SINOPSIS

Una ciudad separada por un muro y unida por un sanguinario asesino. Dos investigadores que descubrirán que la crueldad no tiene límites.

Viktor Lavrov es un joven talento perteneciente al KGB destinado en Berlín durante el periodo más crudo de la Guerra Fría. Pronto recibirá un delicado encargo que pondrá a prueba sus conocimientos en psicología criminalista y sus virtudes como agente de inteligencia.

El caprichoso destino hará que su camino se cruce con el del inspector jefe de la Kriminalpolizei, Otto Bauer, empecinado en resolver las terribles muertes de cinco menores que parecen estar relacionadas entre sí, unos asesinatos que se niegan a reconocer desde las más altas instancias de la RDA.

MI OPINIÓN

Todo lo mejor me ha encantado. César recupera a uno de sus mejores personajes, Armando Lopategui, y lo traslada a su juventud, en un gran escenario: Berlín de los años 80. Para quienes no han leído nada de César, conocerán a Viktor Lavrov, y querrán saber más de él. Para quienes ya le conocíamos, es un placer reencontrarnos con él, pero cuando era más joven, con menos experiencia y con mucho recorrido aún por delante.

Y sí, el protagonista de Todo lo mejor es sin duda Viktor Lavrov, pero en la novela hay otros grandes personajes: Otto, un singular inspector que antepondrá la investigación del asesino de niños por delante de su carrera e incluso de su vida; Birgit, hermana de Otto, cuya relación entre ambos me ha encantado. Niclas, el niño secuestrado. Y Erika, una mujer muy fuerte que traerá de cabeza a Viktor, y de quien me he quedado con ganas de saber más.

Y eso es lo que me encanta de las novelas de César: las tramas son muy buenas, te engancha totalmente a su historia, los finales son buenísimos (sorprendiéndote más de una vez, como ha sido el caso en Todo lo mejor), pero el ritmo de la trama jamás va en detrimento de los personajes; estos no solo están bien perfilados, volviéndolos reales y cercanos, sino que logra que les cojas mucho cariño y que acaben formando parte de ese enjambre de personajes que te dejan huella y acaban pululando por tu mente durante mucho tiempo.

La novela, a falta de una, tiene dos tramas: por un lado, la investigación policíaca; por el otro, la de espionaje. Ambas corren en paralelo, con un nexo en común, que no podía ser otro que Viktor Lavrov. Y están muy bien entrelazadas, porque quieres saber de ambas, sin que sientas que una cojea o que la otra tiene más peso.

Solo le pongo una pega al libro, y es que me costó un poco meterme en la historia. No sé si fue la mezcla de nombres rusos y alemanes, embarcarme en una época (Berlín de los años 80) de la que reconozco que me llama la atención pero de la que no sé mucho, o que cuando empecé a leerlo estaba cansada. El caso es que me costó entrar en la novela, pero cuando lo hice... me costaba interrumpir la lectura y salir de ella (qué lástima tener que trabajar, dormir y esas cosas, y no poder leer más rato).

En definitiva, creo que ha quedado claro que Todo lo mejor me ha encantado. Y ese final... brutal. Había una cosa que sospechaba, pero la otra... no me la esperaba para nada y me ha sorprendido muchísimo; César, chapó. (Para quienes hayáis leído la novela, supongo que sabréis a qué me refiero. A quienes aún no la habéis leído, no sé a qué estáis esperando).

Yo estoy deseando que llegue el año que viene para poder disfrutar de Todo lo peor, porque sí, ¡hay otra novela! No es exactamente una segunda parte, porque todos los cabos terminan atados y bien atados, pero abre uno del que estoy deseando tirar... Y reencontrarme con los protagonistas, por supuesto.