La anterior novela de María Reig, Papel y tinta, me gustó mucho. En la reseña que publiqué en el blog (la puedes leer aquí), dije que me apuntaba a María Reig como una autora a seguir. Por eso, en cuanto me enteré de que publicaba Una promesa de juventud, conociendo únicamente del libro que la historia se desarrollaba en un internado en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial, supe que quería leerlo.
Suma de letras, 2020
752 páginas
Tapa dura
ARGUMENTO
Un internado en mitad del bosque.
Una joven en busca de respuestas.
Un gran misterio por resolver.
Una joven en busca de respuestas.
Un gran misterio por resolver.
Suiza, 1939. Santa Ursula acoge a alumnas extranjeras para el nuevo curso. Charlotte, una de las veteranas, será la encargada de integrar a Sara Suárez. Con el paso de los días, las jóvenes fraguan una amistad que se verá interrumpida por la guerra.
Oxford, década de 1970. Caroline Eccleston prepara su tesis sobre
los internados suizos en la Segunda Guerra Mundial. El hallazgo del cierre
inesperado de uno de ellos enciende la curiosidad de Carol, que no duda en
viajar a Zúrich para encontrar respuestas.
MI OPINIÓN
La historia empieza en 1970. Caroline Eccleston está preparando su tesis sobre los internados suizos, y está obsesionada con uno en partícular: el St. Ursula, que cerró inesperadamente. Cuando logra contactar con una de sus antiguas alumnas, Charlotte, viaja hasta Zúrich para que le cuente la historia de ese último año en el internado, por lo que viajamos a Suiza, a 1939, y conoceremos, a través de la narración de Charlotte, lo que ocurrió ese año.
Todo el peso de la trama está en la historia del pasado. La historia del presente (bueno, del presente de Caroline, que es 1977), es el pretexto para que conozcamos todo lo que ocurrió en el internado, y unir el pasado con el presente. Y aquí viene una de las pegas (para mí) del libro: hasta la página 50 no empieza la historia de Charlotte. Caroline me parece un personaje muy interesante y, para mí, se merecía más páginas para conocer más de ella, o al revés, no contarnos tanto de Caroline al principio si luego no se va a desarrollar su historia, porque una vez que conoce a Charlotte, lo único que importa es St. Ursula, conocer la historia de las alumnas y profesoras del internado y descubrir por qué cerró.
No sé tú, pero yo no conocía mucho (por no decir nada) de cómo vivió Suiza la Segunda Guerra Mundial, más allá de que era neutral. ¿Pero cómo vivieron los suizos esa neutralidad? ¿Qué pasó en esos internados en los que convivían tantas nacionalidades? Sobre esa premisa se basa Una promesa de juventud, y me ha encantado conocer a todas las alumnas (y alumnos, porque muy cerca del St. Ursula había un internado para chicos) y sus profesoras, cómo vivieron esa época tan convulsa, en un momento de la vida en el que estás empezando a descubrir el mundo, y tomas muchas decisiones que te marcarán para siempre.
Me ha gustado un montón la novela, a pesar de su extensión (750 páginas), no tardé mucho en leerlo porque estaba totalmente absorbida por la historia. Al principio, Charlotte no me cayó muy bien, no es de estos personajes que se hagan querer desde el minuto uno. Pero según la vas conociendo, no puedes evitar coger cariño. Y más aún a Sara, su compañera de habitación. Si me preguntaras quién es la protagonista de la novela, no sabría decirte. Porque sí, Charlotte es un personaje importante, la narradora de la historia. Pero no sólo te cuenta su historia, también te cuenta la de Sara, la de la profesora Travert, el profesor Adam y sobre George, un alumno del otro internado. Y, al final, las historias de estos cuatro son las que de verdad importan, Charlotte es la testigo y narradora, más que protagonista, de la historia.
Y eso es lo otro que no me ha terminado de convencer: Charlotte cuenta la historia en primera persona, pero sabe lo que piensan y sienten varios de los otros personajes. En el libro, más adelante, te explican el porqué de esto, pero a mí hay veces que me ha sacado de la historia, porque no me creía que Charlotte supiera, por ejemplo, no sólo que alguien estaba llorando (cuando ella no estaba llorando), si no también el motivo de sus lágrimas. Entiendo que la historia gana al estar contada en primera persona, porque Charlotte no es una narradora del todo fiable, y eso me ha encantado. También entiendo que hay sucesos muy importantes de los que Charlotte no es partícipe y que necesitan ser contados (como he dicho, ella nos cuenta la historia y, aunque participa en ella, es lo que se llama una narradora testigo, porque no es la protagonista de los hechos). Y en esto sé que soy un poco quisquillosa, pero ese juego entre primera y tercera persona no me ha terminado de gustar por lo dicho, porque me sacaba de la historia.
Dicho esto: A pesar de ese pero, he disfrutado un montón con la novela. El cierre inesperado del internado, el secretismo en torno a ello, la investigación de Caroline... todo eso es una excusa para relatarnos la vida y las relaciones de las alumnas y profesoras en un año lleno de incertidumbre. Una promesa de juventud es una oda a la amistad, más allá de las nacionalidades, la rivalidad, las posiciones contrarias, el pensar y vivir de forma distinta.
No sabría decir a qué personaje le he cogido más cariño: todos tienen algo que me ha conquistado. Tampoco sabría decir qué es lo que más me ha gustado de Una promesa de juventud. Tal vez sea el conjunto: la forma de la autora de contarla historia (quitando lo de la narradora), los personajes, las relaciones entre ellos, y de todo lo que trata el libro: el primer amor, la amistad, la ilusión de volver a enamorarse cuando ya no lo contemplabas en tu vida, la solidaridad, todo lo que entraña la guerra, los secretos, las promesas.
Una promesa de juventud es de esos libros que cierras con el corazón encogido, con pena de despedirte de los personajes, zarandeados por la vida y por las decisiones tomadas, y a los que has cogido mucho cariño. Una parte de mí va a seguir estando en St. Ursula, anclada en 1940.
«—¿Se ha preguntado alguna vez qué es el hogar, señorita Eccleston? —me cuestionó retóricamente—. Yo lo he reflexionado muchas veces. El hogar es un espacio simbólico con coordenadas geográficas y físicas. Es ese rincón al que siempre volvemos, en el que almacenamos recuerdos de las diferentes etapas que hemos vivido. Es donde habitan nuestros logros y nuestros fantasmas. Es donde nos reunimos con quienes amamos, donde censuramos a los que detestamos. Es, probablemente, el único lugar en el que somos nosotros mismos; cuatro paredes que conocen lo mejor y lo peor de nuestra alma corrupta. Y eso, precisamente, fue St. Ursula para mí».
Tengo muchas ganas de leerlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la reseña. La verdad es que tengo muchas ganas de leer a esta autora.
ResponderEliminarA mi también me ha resultado una buena lectura, aunque tenga algunas cosilla. Besos.
ResponderEliminarMe ha gustado, pero también con sus peros. Pero como bien dices, María Reig es una autora a seguir. Escribe muy bien.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola! Me alegro que sea una historia de la que has disfrutado. Personalmente no es una lectura que me llame especialmente la atención, así que en esta ocasión prefiero dejarla pasar.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Me alegra que te gustase y comparto contigo lo de que St. Ursula ya forma parte de nosotros. Besos
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNo me llamaba al principio, pero, después de leerte, me han entrado ganas de saber más sobre el internado.
Me lo apunto^^
¡Un saludo!