Memorias de la ballena ofrece
tres relatos con el mar de fondo.
La vida y la muerte se
persiguen en Grytviken, una antigua estación ballenera perdida en los confines
del océano antártico.
Las dos historias siguientes
se desatan en Nantucket, puerto donde amarraron los balleneros más audaces del
globo, isla que ha vertido tanta sangre de los mares. Bajo el asedio de una
Naturaleza desencajada y una infinidad de ballenas, se cruzan, entre otros, los
destinos de Prissela, una chica criada en un lupanar, y el de Toledo, un hombre
solitario que persigue al tahúr que arruinó su vida. También por allí pululan
los remordimientos de Carpenter, la pura mortaja de un periodista. Todos se
aferran al odio o a la esperanza, rodeados por un océano hostil y una atmósfera
irreal que son proyección y metáfora de la condición humana.
MI OPINIÓN
Memorias de una ballena está compuesto por tres relatos largos. Los tres tienen varios puntos en común: las ballenas (que da nombre al título), el mar, la incomunicación, la muerte, el aislamiento.
El primer relato se desarrolla en la isla Grytviken, antigua estación ballenera. Un avión va a estrellarse, y sólo hay cuatro paracaídas para seis tripulantes más el piloto. Y así comienza una lucha por la supervivencia, porque lo único que tienen bajo ellos, además del mar, es una isla, en la que estarán aislados e incomunicados, y donde brotará la paranoia. Extraordinario. Esa es la palabra que surgió en mi mente tras leer este relato de unas ochenta páginas. Y es que el relato me pareció extraordinario y brillante. El ambiente que crea el autor, cómo te atrapa en esa atmósfera opresiva, cómo te contagia la paranoia de los personajes, cómo te lleva de la mano hacia ese final tan bueno. En serio, una maravilla. No creo que tarde en releerlo, esta vez conociendo toda la historia, para volver a disfrutar con su lectura. Y no te cuento más, porque quiero que lo descubras por ti mismo.
En este primer relato las ballenas no tienen una gran presencia: la isla es una estación ballenera abandonada. Se menciona a las ballenas, aunque no aparecen en la historia. Pero en los dos siguientes relatos, conectados entre sí, las ballenas son un personaje más. La isla de Nantucket, experta en la caza de ballenas, estando su historia, su tierra, sus aguas bañadas por la sangre de estos animales, amanece un día rodeada de ballenas, haciendo imposible comunicarse con nadie de fuera de la isla y, menos aún, salir de ella.
Los dos últimos relatos sí tienen conexión entre sí: parte del final del segundo relato lo conocemos al final del tercero. Estos dos relatos también me han gustado mucho, pero no tanto como el primero, que me enamoró de principio a fin. Aquí conocemos a Toledo, un hombre que va a la isla en busca de venganza, porque allí está el hombre al que hace responsable de la muerte de su padre. Y mientras busca la oportunidad de matarle, conoce a Prissila, una niña que vive en un prostíbulo, y que aún mantiene la inocencia y la esperanza gracias a las cartas que recibe de su padre, un marinero.
En el tercer relato conocemos a un escritor, cuya mujer le ha abandonado, y a su amante, enfermera en la isla. Y las vidas de los cuatro personajes se entrelazan y se ven alteradas por la llegada de esas ballenas que parecen clamar venganza y que les aíslan del mundo, dejándoles a solas con sus fantasmas.
La prosa de Francisco Granado es magnífica. De una forma bella y poética logra sumergirte en sus historias, imbuirte en la atmósfera asfixiante que crea. Realmente me he sentido transportada a esa isla, he sentido la opresión de los protagonistas, atrapados en esa isla y en su propia vida, mientras era testigo de su lucha interior y también contra los obstáculos externos, con la presencia de las ballenas de fondo.
En definitiva, Memorias de la ballena es un libro que me ha gustado mucho, que me ha durado un suspiro y que no puedo más que recomendar su lectura. Y me queda pendiente, como decía al principio, la relectura del primer relato, porque no puedo quitármelo de la cabeza y necesito volver a vivir esa historia, esta vez, conociendo el final.
«Le he dicho al dolor: Vete, huye de mí. Toma el camino que baja de la cocina a la playa y no mires atrás. Camina rápido, por lo que más quieras. No te quedes aquí, obligándome a andar descalzo como alma en pena por las habitaciones, mientras gruñe la mecedora vacía».
Gracias, es la reseña más vibrante que he leído de cualquiera de mis libros.
ResponderEliminarGracias a ti por tus libros, siempre me sorprenden y encantan. Un abrazo.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que no conocía a este autor y me alegra mucho saber que has disfrutado tanto de su estilo narrativo.
Nos leemos!
Sííí. Es una maravilla cómo escribe. Espero que te animes a descubrirlo.
EliminarUn marco incomparable y relatos ¿Cómo negarme? 😁💋
ResponderEliminarJajajaja. Espero que lo disfrutes mucho 😘
EliminarTanto has alabado los relatos de este escritor y en especial el primero que ganas me dan de correr y "releerlo" por ti (ja, ja...). Desde luego, y ahora en serio, has logrado que este autor, Francisco Granado, sea un nombre a tener en cuenta en mis próximas búsquedas de libros. Gracias por ello.
ResponderEliminarUn beso, Teresa
Muchas gracias, Juan Carlos. Espero que cuando descubras su prosa te encandile tanto como a mí. Un beso.
EliminarPues me lo apunto de cabeza.
ResponderEliminarNo suelo tirar mucho por relatos, pero me ha llamado un montón la atención =)
Besotes
Son relatos largos. No sé en qué punto un relato largo se convierte en una novela corta, jeje. U¡beso!
EliminarGracias a tu comentario he descubierto este libro maravilloso. Eres una lectora muy fina y escoges muy bien tus comentarios. Felicidades
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