Hoy os traigo otro relato, el segundo que publico en el blog. Espero que os guste. Muchas gracias por leerme.
CAFÉ PARA DOS
Mi
mejor momento del día es cuando bebo café: lo saboreo sin prisas, recreándome
en su sabor mientras su olor me transporta a mi infancia.
Nos
veo a mi madre y a mí, en la cocina. Me está preparando el desayuno. Llena de
leche caliente mi taza de gatitos. A la suya sólo le echa un poco. Después, le
añade un extraño líquido marrón oscuro y una cucharadita de azúcar. Lo remueve
todo y deja la cucharita en el plato. Agarra la taza con las dos manos, cierra
los ojos y aspira. Su rostro transmite paz. Le da un sorbo, y veo auténtico
gozo en su cara. Siento que, si alargara la mano, podría acariciarla.
—¿Qué estás tomando, mamá?
—Café,
bichito. Uno de los pequeños placeres de la vida.
—¡Yo quiero! Échame a mí también. —Mi yo del pasado se muere por tomar ese brebaje y ser tan feliz como ella.
—No puedes beberlo aún. Eres muy pequeña, y no te gustaría. Tienes que esperar a que seas grande.
—¡Pero yo quiero ahora!
—No, cariño, esto es para los mayores. Cuando tengas la edad suficiente, yo te prepararé tu primer café y nos lo tomaremos juntas.
No
recuerdo con exactitud qué pasó después de eso, pero nunca se me olvidaron esas
palabras, tal vez porque no tuvimos la oportunidad de tomarnos ese café juntas:
Un coche truncó su vida y dejó un vacío en la mía que no he sido capaz de
llenar, aun después de tantos años. El dolor, la rabia y la tristeza se
atenuaron con el tiempo, pero ese vacío que a veces me asalta y me invade por
completo sigue conmigo, y creo que nunca se irá.
Inhalo
el aroma que desprende la taza que sostengo entre mis manos, y ese olor a
tostado y nostalgia me transporta otra vez a ese día en el que mi madre me
prometió compartir mi primer café, cuando la vida era un sitio seguro y
confortable, un lugar en el que ella estaría siempre conmigo, espantando
monstruos por mí y consolándome cada vez que me caía, y donde yo nunca
sentiría el dolor ni la soledad que su marcha me traerían; cuando no sabía que
nuestros abrazos eran limitados, que habría un futuro donde sólo en mis
recuerdos volvería a estar en sus brazos.
Jamás
sentiré el placer que veía en su cara cuando todos los domingos desayunábamos juntas,
ella su café y yo mi leche. Pero me siento más próxima a ella cuando el día
llega a su fin y yo saboreo mi taza en la cama, mientras el amargor del café y
la dulzura de la leche se mezclan en mi lengua y esos recuerdos agridulces me
invaden y me acercan a ella. Y aunque no experimente la misma paz que percibía
en mi madre, sí me siento más en armonía y menos rabiosa con el mundo por lo
que me fue arrebatado. Lo que nunca he entendido es por qué la gente toma café
para no tener sueño, si a mí es lo único que me calma y consigue vencer mi
insomnio.
—¡Yo quiero! Échame a mí también. —Mi yo del pasado se muere por tomar ese brebaje y ser tan feliz como ella.
—No puedes beberlo aún. Eres muy pequeña, y no te gustaría. Tienes que esperar a que seas grande.
—¡Pero yo quiero ahora!
—No, cariño, esto es para los mayores. Cuando tengas la edad suficiente, yo te prepararé tu primer café y nos lo tomaremos juntas.
Precioso texto
ResponderEliminarGracias, Fede 😘
EliminarQué bonito, me ha despertado recuerdos de leche, colacao, magdalenas y desayunos en la antigua cocina de casa...🥰💋
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegra que te haya evocar esos recuerdos 😊😊
EliminarMuy emotivo. La frase final...estaba pensando, esta no duerme y mira, me ha encantado ese final.
ResponderEliminarUna cosa, a mí ne encanta el ; pero he dejado de usarlos, leí en algún sitio que tendían a desaparecer y que los escritores ya nos lo usaban prácticamente.
Un beso Teresa
¡Muchas gracias, Inés! Investigaré lo del punto y coma, a mí me gusta mucho, y no sabía que ya no se usa, no entiendo muy bien por qué. También te digo que soy una rebelde, y sigo tildando "sólo" 😂
EliminarPrecioso texto!! Triste y melancólico!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Amaia 😘
EliminarMe ha gustado mucho hermanuca,esperando leer el siguiente😉
ResponderEliminar¡Muchas gracias, hermanuca! Qué ilusión leerte por aquí, jeje. Un beso enorme 😘😘
EliminarSaludos Teresa, me ha gustado mucho, a ver con que nos sorprendes el próximo Domingo 😊
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Eli! 😘
EliminarMe encanta el relato Teresa. He sentido que me llevaba de la mano por emociones compartidas sintiendolas como propias. Me gusta mucho cómo lo has cerrado, deforma cálida, conciliadora con la ausencia. Gracias por compartirlo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Jimena. Me alegro mucho de haberte transmitido esas emociones. Un abrazo 😘
EliminarAhhhh...bellísimo!!! Gracias!!!
ResponderEliminarGracias a ti por leerme, Silvia 😘
Eliminar¡Qué bonito!
ResponderEliminarEs muy emotivo y reflexivo.
Besetes.
Muy tierno y con un giro final inesperado. de hecho, me estaban extrañando las horas nocturnas para tomar café...
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